miércoles, 24 de marzo de 2010

Sueño y paranoia Vol 3: "Es complicado"

La anemia era, de los males, el menor.

El doctor se puso sus anteojos, tomó los estudios y después me saludó. Se sentó en su silla y me hizo tomar asiento frente a él. Yo lo veía, veía al librero y veía al techo. Su silencio me era muy incómodo y buscaba en qué distraerme para no sentirme dentro de un consultorio médico; varios minutos pasaron para que él, de nuevo, volviera a articular palabra(s).

No tienes anemia -me dijo. Tus análisis de sangre están muy bien. Suspiré, pero no de alivio, ni de pena, ni de nada. sólo suspiré.

Tomó lo demás estudios, tomó las encefalografías y analizó. Miro de un lado a otra esas grafiquitas como de sismógrafo con mucha atención. Ponía especial atención en pequeños puntos que a mí me parecían igual a otro anterior; como cuando ves una radiografía y nada te parece fuera de lugar. Repetí mi proceso de perderme dentro de mi mente, hasta que el doctor me sacó de mi sueño en sueños.

"Es complicado". Dijo.

¿Cómo complicado? pregunté.

Bien podría ser narcolepsia, pero bien podría ser otra cosa. Lo que requiere más y más y más y más y más y más y más y más y más y más y más y más y más y más y más y más y más y más y más y más y más [No estoy seguro de cuántas veces repitió más, pero puedo aseverar que fueron muchas] para descartar que no tengas "algo" en el cerebro. Porque como te dije la narcolepsia es difícil de diagnosticar y no queremos confundir con otra cosa, que esperemos y no, pero podría ser más grave.

Palabras más, palabras menos. Lo que quiso darme a entender lo hizo. Habló más y habló más y más y más. Tanto como las veces que repitió "más". Me dio más indicaciones y cosas que hay que hacer y me dio otra cita.

Me pregunto cómo puede haber algo más grave que dormirte donde sea. Caer. Confundir de pronto sueños con la realidad. No poder dormir durante la noche. Y todo lo que esto -fuera del contexto gracioso- implica. Hasta ahora me ha parecido chistoso y hasta cierto punto, como me dijo Madreselvas: "Chic", pero ya estando ahí (si es que es eso), cómo acostumbrarte a vivir de esta manera. Y si no es eso ¿qué otra cosa más grave podría ser? Y pienso, y sé qué más podría ser pero vale más no, como aquella vez, paranoiquearse y friquearse y es mejor esperar. Sólo esperar.

Ahora -creo- la narcolepsia es, de los males, el menor.

jueves, 18 de marzo de 2010

Sueño y paranoia Vol. 2

Dormir en el transporte público nunca me ha preocupado pues lo hago desde toda la vida. El problema es cuando, como ahora, mi reloj biológico falla y al viajar una distancia muy corta me quedo dormido. Y luego me paso. Eso me sucedió ayer. Y antier.

El neurólogo, en resumidas cuentas: me regañó. Me regañó de que por qué no me había tratado por mi insomnio, pues éste siempre es un síntoma de algo más y no una sola enfermedad ni un hobbie ni una moda, como los emos.

Desde los trece años he tenido problemas para dormir. Yo me sabía toda la programación nocturna y todos los infomerciales de CVC -en esa época- de la televisión abierta. Cuando descubrí el internet cambié la televisión por la computadora; no es que yo quisiera desvelarme y pasar las veinte mil horas frente al monitor, era simplemente que no me daba sueño; Me regañó porque mis hábitos para dormir son paupérrimos; no tengo una hora específica para dormir aunque sí tenga una para despertar; Me regañó por tomar tanto café; comer mucho y muy tarde. Fumar y beber, como en comercial de Clorets.

Me regañó por respirar y no pedir permiso.

Me hizo unos exámenes físicos de rutina como reflejos, temperatura y demás. Cuando soné mi nariz me dijo de manera muy suspicaz: ¡Ajajá! ¿Cuánto tiempo tienes con la gripa?. Le dije que no era gripa que sólo era escurrimiento y que empecé ese mismo día y que por alergia. Como cliché de televisión él acariciaba su barbilla con la comisura del dedo índice y el pulgar y frunció el entrecejo. -A veces la fatiga crónica empieza como síntomas de gripa y blablablá, dijo. Tal vez es eso y murmuró cosas para sí mismo como si ya hubiera resuelto mi problema. Dio unas tres vueltas por el consultorio y... nada. ¡Por favor que los médicos de verdad dejen de ver House!

Le platiqué mi paranoia y toooodo lo que había leído acerca de la narcolepsia y me dijo que sí, que era una opción, que es un transtorno (¿o enfermedad?) difícil de diagnosticar y que tenía que hacerme algunas pruebas de laboratorio porque podría sólo tener anemia o algo así y había que descartar. Escribió con su típica letra de doctor, aprendida en las clases de: Tipografía médica I, II, III, IV, y Jeroglíficos de la salud VII una receta donde anotó mi nombre, edad, sexo, peso, altura y todas esas cosas que sólo los médicos entienden; así como el nombre de 126,765 pruebas de laboratorio que me tenía que hacer. Que en realidad eran como 4.


****

Hoy por la mañana fui a hacerme los electros. Uno tenía que ser despierto y el otro dormido. No hubo que esperar tanto para dormir. Mientras la "señorita" decía que debía de dormir yo ya estaba bien empiernado con Morfeo.

Alguien me dijo que me tendrían que rapar y me asusté mucho, pero no es cierto, y eso lo hemos aprendido en la televisión en muchas películas donde les hacen electroencefalogramas como si nada a la gente. Como si fueran tan baratos. Mjmjmjmj.

Yo esperaba una habitación rara y una computadora tosquísima de monitor monocromático con numeritos verdes cayendo, como en Matrix y soniditos de hospital y que me metieran en una maquinota como horno de pan, pero no. Todo es más moderno y más sencillo que no vale la pena contarlo. Los electrodos vienen en una diadema y no se toman la delicadeza, las señoritas, de colocarlos uno a uno como, insisto, hemos visto en mucha televisión.

****

Los resultados los sabré en una semana. Lo menos peor que podría tener es anemia y lo más feo, pues creo que la narcolepsia. Espero que sólo sea lo primero y no lo segundo porque si no, no podré realizar nunca mis sueños de ser piloto aviador ni microbusero ni conductor de metrobús ni trailero ni bombero ni taxista.

martes, 16 de marzo de 2010

Sueño y paranoia.

Hace un par de semanas, en el DF, tenía que tomar el metro. Sólo un par de estaciones, transbordar y avanzar otro par de estaciones. Yo me dormí al subir al tren y me perdí en un sueño muy profundo que concluyó cuando mi reloj biológico sabía que había llegado a mi destino... equivocado; desperté al final de la línea, justo cuando el vagón anunciaba con ese clásico sonido que iba a cerrar las puertas. Como pude, salí y poco a poco a mí cabeza venían autorreclamos del tipo: "eres un idiota, cómo pudiste NO haberte dado cuenta. Sólo ibas a recorrer dos estaciones y recorriste toda la línea (como 10 estaciones más)". Afortunadamente tenía tiempo de sobra para llegar a donde iba. El punto es lo del sueño, no la impuntualidad.

Hoy desperté con demasiado sueño. Lo cual es raro porque me he desvelado, como siempre; no duermo antes de las 10, como siempre. Pero antes me dormía después de las 3 todos los días. Ahora no. Además he dormido todo lo que he podido cuando ha habido chance.

Hace rato caminaba tranquilo por la calle ¡Caminaba! y de repente, como si me hubiera desmayado. Caí de sueño. Sí, de sueño. No fue un desmayo porque sentí ese estado como de sopor momentos antes. Como cuando vas en el camión y cabeceas y dices: "no me voy a dormir, no me voy a dormir, no me voy a dormir..." Y cuando te das cuenta, te has despertado. Exactamente así me pasó, pero es muy raro porque siempre que me pasa es en situaciones donde estoy cansado y quieto. Como viendo una película, sentado sin hacer nada. Leyendo en la cama o "atento" en clase.

No me quedé dormido en el suelo como han de pensar. Como -creo- le sucedería a un narcoléptico, me desperté del putazo. Ni siquiera antes de caer, como cuando duermes y tienes la sensación de que caes y despiertas. Fue hasta el golpe que desperté. La gente seguramente pensó que me había desmayado. Yo, estaba asustado; esta vez no fue como ésta, cuando uno se ríe de sus desgracias, esta vez sí estaba de verdad asustado.

Ahora sigo asustado. Guguleando sobre la narcolepsia. Preocupado porque hace unos días, también, alguien me dijo que yo brincaba mucho en la cama -sin albur-; espasmos involuntarios que dan a veces cuando ya te vas a dormir. Pero en repetidas ocasiones y durante toda la noche. Esa misma persona me dijo que según eso pasa cuando estás bajo mucha presión, estrés o la mamada -sin albur-, pero últimamente he estado de todas formas menos de esa. Oficialmente estoy asustado, paranoico, friqueado e histérico.

Como en película de Freddy Krugger de que no quieres dormir porque te va a matar. Tal vez sólo estoy exagerando y fue pura casualidad -pero creo que no es normal- y ya se me trepó la hipocondria y si me pasa algo similar pronto, será seguramente porque me he sugestionado. O no. Pero uno nunca sabe y que tal que me caigo cruzando la calle, bajando unas escaleras. O cocinando.

lunes, 8 de marzo de 2010

Cosas que me cagan. Volumen ocho millones.

La semana pasada me encontré en el messenger a un amigo que no he visto desde hace milenios. Muy emocionados -él más que yo- de que nos reuniéramos, quedamos de vernos al otro día. Él tenía muchas cosas que hacer y me dijo que temprano le mandara un mensaje, que él me iba a responder a qué hora y en dónde nos veríamos.

Al otro día hice eso. Yo supuse que iríamos a comer, pero como dieron las 3pm y nunca recibí su mensaje pues creí que iríamos por un café, pero como dieron las 7pm y nunca recibí su mensaje creí que iríamos por una chela, pero como dieron las 10pm y nunca me contestó creí que tal vez estuvo muy ocupado todo el día y no pudo. Así fue. Le llamé y me pidió disculpas diciendo que había tenido un 'día de locos' y que al otro día segurito segurito sí nos veríamos.

Al otro día le mandé el mensaje como habíamos acordado y nunca me respondió. Todo el día estuve esperando su pinche mensaje. Ya no le llamé. Han pasado varios días y no recibí su respuesta. El viernes me lo encontré en el messenger y no me dijo nada. Yo andaba bien emputado que tampoco le dije nada.

De verdad ODIO cuando la gente no tiene la amabilidad de responder a un pinche sms. Digo a veces no se puede lo sé. Que la batería, que la señal, que falla el sistema, que la verga. Pero ¡caray, qué feo cuando te hacen eso siempre! Me molesta porque yo siempre respondo. Claro, si el sms amerita respuesta. Si no tengo crédito siempre pido que me regalen un mensaje. Siempre aplica, ¡cuestan un peso! De verdad me desespero cuando no tengo forma de contestar. Pero los que me conocen saben que si me mandan un sms lo respondo.

Viene a colación, también, que la semana antepasada mandé como mil sms y sólo como dos me contestaron. Es frustrante que la gente haga eso. O sea, cuando los sms costaban millones de dólares y lo mínimo de saldo que se le podía poner a un teléfono era una ficha amarilla de 100 pesos que vendían en escasos lugares, lo creía. Pero ahora que sólo puedes ir al Oxxo y recargar 20 o 30 pesos es una mamada.

martes, 2 de marzo de 2010

Post politicoso.

Porque a pesar de ser yo uno de esos que dicen que: "hueva la política", "hueva ésos temas", "la política es un circo" y todo eso que muchos dicen, también me pongo serio a veces y opino.

Escribí un pequeño post sobre política en el blog del buen Jordy.


Porque mi vida no es de puros LOLs.

La parte introductoria es genial. Comenten allá.

lunes, 1 de marzo de 2010

El metro, el chicano y los prejuicios.

De camino a la terminal me encontré a un un chicano que andaba perdido en el DF. Cuando se acercó a mí pensé que era un vendedor del disco en formato mp3 que le contiene todas las canciones de moda para la fiesta a sólo diez pesito, pero no. Me dijo que quería llegar a la Central del norte y que estaba "un poco" perdido. Lo noté desde que dijo que quería la central del norte y viajaba de poniente a oriente. O al revés. No sé; le expliqué cómo llegar, saqué mi mapa del metro y le mostré dónde estábamos, adónde iba y dónde NO era el norte. No entendió.

Como buen samaritano que soy le ofrecí llevarlo. Pues aparte yo podría tomar mi autobús en esa central aunque tardara más tiempo. Todo con tal de ayudar. Aunque la mera verdad, él estaba guapo y fue más por eso, jijiji.

De donde estábamos hasta Pantitlán no hablamos mucho. Cada quien veía hacia un lado de la puerta y eventualmente comentábamos cosas triviales y aleatorias como el clima, los vendedores, las estaciones, el DF y la hora.

En Pantitlán, como es un largo trayecto para transbordar, comenzamos a intimar. Erick se llama, nacido en Estados Unidos, de papás mexicanos, que vivió dos años en el DF y cosas varias que no recuerdo porque me concentraba en sus ojos los letreros para no perdernos. Cuando fue mi turno de decirle mi nombre, origen y todo eso, me tomé mucho tiempo, pues explicar esto es difícil. Ya sentados en el vagón rumbo a la Central del norte él dijo: "¡Oh! ¡Oaxaca! Dicen que es muy bonito, que hay mucha vegetación, que su gente es muy amable, la comida muy rica" Y remató diciendo "Son bonitos los pueblitos, quisiera conocer Oaxaca".

En ese momento me puse verde y le dije: "eres un pinche chicano pendejo y prejuicioso, ¡Ya regrésate a gringolandia! ¡Oaxaca es más que un simple pueblito!". Lo empujé y le grité en su cara, haciendo ademanes de afroamericano de Brooklyn: "what's wrong with you? dude" y lo aventé a las vías cuando el tren estaba en movimiento. Murió.

En realidad toda esa escena fue imaginada. Lo único que hice fue reir de manera falsa y asentir con la cabeza mientras seguía viendo sus ojos. La plática continuó normalmente, o casi, porque sentí mucha pena de su forma de pensar y lo seguí comprobando mientras hablaba de Tijuana, del DF y varias ciudades más que en su corta estancia conoció.

Cuando un vendedor de tortas, sandwiches, hamburguesas y marinas pasó, él compró una hamburguesa. Y le dije: "no te cansas de comer siempre lo mismo" a lo que él dijo: "casi nunca como hamburguesas, tal vez sea ese cliché de los gringos y que creen que todos los chicanos queremos imitar". Y de broma le dije: "¿entonces tú no eres hip-hopero y todo eso?". Lo sentí más serio y me dijo: "sólo son prejuicios".

No pude evitar soltar la carcajada y sentirme mal al mismo tiempo. Juro que se puede eso. Una por escuchar la palabra prejuicio de boca de un prejuicioso y dos por que en ese momento estaba siendo yo igual o peor que él. Y no sólo desde ese instante sino desde que se situó junto a mí y supuse que era un vendedor solamente por su aspecto de reggaetonero (¡ven!).

Erick y yo no somos tan distintos después de todo. Si prejuzgamos es por ignorancia como todos los que lo hacen. Los prejuicios dicen mucho de uno. Demuestran lo ignorante que eres con respecto a algo.

Aunque es cierto lo que una vez nos dijo Tumeromole a Fayer, Ciervo y a mí: "Si a las mujeres les dicen pendejas, es por algo. Si a algunos homosexuales les dicen putos o jotos, también es por algo." Y sí, es totalmente cierto y no se pongan espesos porque yo apoyo eso. Los prejuicios existen por algo. Pero de ahí a seguirlos usando como única fuente de información sobre tal o cual cosa es muy diferente.

Le pedí disculpas y él a mí. Llegamos a la terminal. Compró su boleto a Tijuana y cuando yo fui a comprar el mío él se fue a la cafetería y regresó con dos frappés y dos brownies. Me dio uno y uno y me dijo: "ten, para el viaje, dude, por lo menos el tuyo no es de dos días como el mío" y nos despedimos con un efusivo abrazo.



---------
Historias como ésta pero no tan aburridas, no como ésta, fotografías y más, próximamente en Gente del Metro.