Dejé de trabajar un momento y comencé a ver por la ventana. Hace un sol maravilloso allá afuera y un airecito frío (esa combinación es mi clima favorito). Me puse mi chamarra y tirité un poco. Empezó a sonar One more summer de No doubt y de pronto me cayó una cubetada de realidad bien fría que me hizo tiritar más. Y ahora estoy acá escribiendo estas líneas en mi blog como si estuviéramos en 2009.
Odio los domingos.
Los domingos no tengo nada mejor que hacer que trabajar. No está bien. Por donde se le vea. No es que sea un workaholic sin remedio. No es que me "negreen". Es que es lo único que me ayuda a no pensar demasiadas cosas que, si lo hiciera, indudablemente me llevarían a deprimirme (más).
Estos últimos días que han sido raros, feos y complicados, sólo estando con mis amigos me siento bien (aunque a veces me autosaboteo y creo dramas de la nada y cuestiono cosas que no). Y el domingo, que es el único día que no los veo, me cuesta trabajo pasarlo con mi soledad y entonces decido trabajar. Es mi vía de escape. Mi motivo dominical.
No está bien. Pero no sé cómo lograr un "reencuentro conmigo"(¿se entiende esto?). Cómo lograr que los domingos sean un día mas. Un día en el que dormir mucho signifique que estaba cansado o que tenía mucha flojera simplemente y no un síntoma de la depresión. Una señal de que nada me importa y por eso sólo quiero dormir.