Dejé de trabajar un momento y comencé a ver por la ventana. Hace un sol maravilloso allá afuera y un airecito frío (esa combinación es mi clima favorito). Me puse mi chamarra y tirité un poco. Empezó a sonar One more summer de No doubt y de pronto me cayó una cubetada de realidad bien fría que me hizo tiritar más. Y ahora estoy acá escribiendo estas líneas en mi blog como si estuviéramos en 2009.
Odio los domingos.
Los domingos no tengo nada mejor que hacer que trabajar. No está bien. Por donde se le vea. No es que sea un workaholic sin remedio. No es que me "negreen". Es que es lo único que me ayuda a no pensar demasiadas cosas que, si lo hiciera, indudablemente me llevarían a deprimirme (más).
Estos últimos días que han sido raros, feos y complicados, sólo estando con mis amigos me siento bien (aunque a veces me autosaboteo y creo dramas de la nada y cuestiono cosas que no). Y el domingo, que es el único día que no los veo, me cuesta trabajo pasarlo con mi soledad y entonces decido trabajar. Es mi vía de escape. Mi motivo dominical.
No está bien. Pero no sé cómo lograr un "reencuentro conmigo"(¿se entiende esto?). Cómo lograr que los domingos sean un día mas. Un día en el que dormir mucho signifique que estaba cansado o que tenía mucha flojera simplemente y no un síntoma de la depresión. Una señal de que nada me importa y por eso sólo quiero dormir.
domingo, 7 de octubre de 2012
domingo, 5 de febrero de 2012
Post número 400: Sueño de espantos
Estaba con mi mamá en algún lugar que no conozco pero que se suponía era la casa de mis abuelos porque por dentro todo parecía como casa de abuelos estándar, con fotos viejísimas de ellos y sus hijos en las paredes y muebles antiquísimos bien cuidados y forrados con plástico para que no se "echara a perder" el terciopelo rojo de los sesentas.
Bueno, el caso es que (entre tantas más incoherencias de mi sueño) tenía el poder de volar (jijiji)) y usaba mis fantásticas habilidades para hacer cosas bien intrépidas como limpiar las ventanas del segundo nivel, o quitar las telarañas del techo, porque la casa de mi abuelos era de esas que los tenían altísimos no sé por qué. Pero ps todas las casas viejitas son así, entonces pues ustedes entienden de lo que hablo.
Total que mi mamá me puso a quitar las cornizas (o los balcones) que eran casi lo mismo. Que se estaban cayendo y ps podía haber accidentes. Porque creo que la casa se iba a vender o algo parecido. Pues así lo hice. empecé a retirar todo el piso del balcón que estaba dañado que era casi todo y aparte se desprendía fácilmente y me daba como cuscús de imaginarme que alguien se cayera ahí porque eran como cuatro metros al suelo.
Ya, ya viene la parte de espantos...
Abrí la ventana para poder limpiar mejor y descubrí una estancia bien padre y completamente cuidada. Como si estuviéramos en los 50's. todo limpio pero igual con decoración marca abuelita. [Yo tenía un "mal augurio" porque esta casa espuria de mis abuelos estaba muy rara. Y además no era la casa de mis abuelos que yo conocí]. Pues limpiando estaba, cuando en eso por la parte de atrás de una cortina vi pasar una sombra malévola que me sacó de onda. Y le dije a todos y no me creyeron y me dijeron que siguiera limpiando.
Como yo soy bien obediente pues seguí limpiando. ¡Y que se cae un cuadro! Pero me hice el que no vio nada (por eso de que los fantasmas fueran como los perros y olieran tu miedo). Y seguía en lo mío. Luego que se cae otro y luego que veo otra sombra y yo ya estaba bien ciscado y no podía limpiar bien ni concentrarme porque las cortinas se movían sin razón y no había viento y luego vi una sombra como de una mano saliendo de detrás de un sillón y al mismo tiempo sentí que una mano me agarraba de la pierna y ¡sopas! que me asusto tanto que me caí y no pude volar más (jijiji).
Nadie parecía creerme y me dijeron que estaba espantado porque mis abuelos habían muerto hace poquito y pues que los extrañaba y así. Entonces me dijeron que fuera a la cocina a tomar agua pa'l espanto y que les hago caso y que entro a la casa. Y que veo más sombras por todos lados y cosas que se movían y me asusté mucho y salí corriendo y gritando. Y tómala que cuando salgo de la casa ya no había nadie afuera. Es más, ya todo era distinto.
Me entró la ansiedad y corrí por todos lados y nada era como antes. Es como si al salir de la casa hubiera salido a 1950 y me daba mucho miedo saber que estaba en una época donde no conocía a nadie y nadie me conocía y nada era como yo lo conocía y me entraba el no-se-qué y me moría de tristeza y las sombras estas malas venían por mí para llevarme a sabe-dónde. Y pues ya
Saquen los diccionarios de los sueños, córranle.
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