domingo, 20 de diciembre de 2009

Cosas de familia: El espectador.

En mi familia la hora de la comida es muy sagrada. El mundo se detiene, el sol brilla más fuerte y los astros se alinean para que todos comamos juntos. No siempre se puede, y ya no es como solía ser antes: un momento adecuado para compartir chistes, anécdotas, frustraciones y cualquier cosa con o sin relevancia de la vida propia. Pero aún se disfruta mucho, o casi... O ya no...

Incontables son las historias de las que uno se ha enterado en esa mesa. La alegría, la tristeza y todos los sentimientos siempre han sido acompañados con tortilla.

De pronto se escuchaba a mi hermano mayor decir: ya tengo novia. Y las preguntas de mamá eran siempre las mismas: ¿Cómo se llama? ¿Cómo es? ¿Cuándo la traes?. Si no lo hacía, era mamá quien preguntaba. El tiempo pasó y mi hermano pasó a la estabilidad; ahora mi cuñada es una comensal más en la mesa que ya sabe que la hora de la comida es religión.

Mi hermano menor ya, desde hace un tiempo interrumpe el curso de los bocados para indicar que él también, como otrora mi hermano mayor: ya tiene novia, que ya no o que ya tiene de nuevo. Si no, es mamá quien pregunta. Es como volver a recordar viejos tiempos. Él protagoniza ahora los cuestionamientos que antes sólo escuchaba. ¿Yo? Yo sólo soy un espectador.

Nunca ellos han esperado que les anuncie que ya tengo novio. Nunca he esperado siquiera que me lo pregunten. Fuera del clóset estoy, pero eso no quiere decir que ellos quieran, o yo quiera contarles acerca de mi vida privada. Todos sabemos que no.

Tal vez sería buena idea romper el hielo algún día y confesar que ya tengo novio . Y que lo amo. Tal vez de esta manera se acostumbren a que yo también puedo contarles mis secretos. Tal vez ellos debieran preguntar. Ese jueguito de ya-lo-sé-y-pues-no-es-necesario-que-lo-pregunte- ya me hartó. Ya me cansé de ser segregado. Ya me cansé de autosegregarme.

El problema es que aún, después de tanto tiempo, no puedo evitar pensar en esos comentarios homófobos que tantas veces fueron lanzados sobre esa mesa. Comentarios echados al aire y que en más de una ocasión amargaron mi plato de sopa. Y es es ahí donde prefiero seguir siendo aquél que sólo contempla.


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PD: Este post era como para gaycolectivo, ustedes disculparán. Pero tenía que decirlo. Terapia pues


10 comentarios:

Alejandro Rivera dijo...

TE AMO

El Tipo dijo...

Ay pinche gezeto... que maleducado te estoy volviendo!... Todavía me pongo a leerte... sss que terrible situación.

Pablo Cabañas dijo...

Aunque sea pasiva, esta discriminación no tiene razón de ser, digo...

Fire_tony dijo...

We, dilo mientras el más homófobo de la mesa se esté metiendo algo a la boca, eso siempre es buena onda.

:)

Unknown dijo...

Sería una buena bomba para la hora de la comida

Jaime Rivera dijo...

Te entiendo. Yo ya pasé por eso. Afortunadamente ahora mi familia y mi novio se llevan genial, y yo con la familia de él. Tuvimos mucha suerte.

Ya llegará el momento.

Gus dijo...

Mi rey:

TIENES que decirlo. Es parte de una responsabilidad para contigo mismo. Y te sorprenderá ver que los comentarios homófobos comienzan a desaparecer.

Besote

Unknown dijo...

en casa de mis padres pasa parecido solo que ellos lo que tienen es miedo de que me pueda ofender, es cosa de hablarlo... todo a su tiempo

Saludos!!

Alberto De Ávila dijo...

Uy! Pues si Xellif no se pone celoso yo también te amo!

ah no verdad!!?!?!

XD

No pues... me parece que eso depende de ti y de qué tan seguro y decidido estés de decirlo para aceptar lo que sea que te digan después...

Por lo pronto, sí te quiero ;o)

XD

Pop!

Don Rul dijo...

¡Qué buen poust! Es de esos que hacen nudito en la garganta.
Un abrazo.